miércoles, 5 de agosto de 2015

Fragmento de historia: Viviendo entre monstruos (Tentativa)

Buenos dias a todos.

Leí hace mucho en alguna parte que los sueños son el reflejo del subconsciente. Así que, si eso es cierto, probablemente yo esté completamente loco.

La siguiente historia corta, o el fragmento de historia que voy a publicar hoy, nació de un sueño, como muchas de mis historias. Que crezca o se quede en una tentativa de historia, eso ya es otra cosa. Espero que os guste.

El protagonista de esta historia es un vampiro con una serie de habilidades especiales, tales como supirmir su sed de sangre, caminar durante cierto tiempo bajo el sol sin morir y detectar otros seres sobrenaturales como él mismo.



Por: Alberto López del Consuelo.


Brian entró en la clase sintiendo el mismo tipo de hormigueo que sentía al entrar a un lugar en el que no había sido invitado, a pesar de los siglos que habían pasado desde que su especie superó la incapacidad de entrar a recintos en los que no eran bienvenidos. Las modificaciónes que había sufrido le permitían subsanar esta y otras debilidades, pero el sol seguía siendo un problema. Su cuerpo solo podía soportar unas pocas horas al día de exposición. Y durante ese tiempo su cuerpo se bronceaba increiblemente rápido. Al final del día parecía, o bién un surfista brasileño, o una langosta al rojo.

Sus amigos, Jackie y Stefany ya estaban sentados en sus sitios, uno a cada lado de su pupitre. Jackie era un chico fornido, de pelo rubio encrespado, pecoso, con la nariz recta y los dientes blancos y brillantes del hijo de un dentista. Stefany, su novia, era esbelta y bajita, con el pelo corto e irregular, como si lo hubiesen cortado con unas tijeras de podar, y siempre teñido de diferentes colores. Solo la suerte había querido que no la expulsaran por no cumplir el código de vestimenta, pero en el Centro de Reeducación Civil Gustav Díaz eran relativamente permisivos con la vestimenta, siempre que tu conducta fuese impecable. El director del centro, Albert Diaz, descendiente del fundador, decía que, acompañado de genialidad, la excentricidad solo es un añadido interesante a una persona, así que mientras la conducta fuese adecuada, y los resultado impecables, le daba igual la vestimenta de los alumnos.

Brian acababa de saludarlos cuando sus sentidos le informaron de que había algo fuera de lugar en aquella sala. Era la primera clase a la que iban desde que llegaron de la detención, así que también era la primera vez que veía a todos sus compañeros de clase.

Y fué entonces cuando descubrió que en aquella sala había otros como él.

No solo vampiros, sino otras criaturas fantasticas, escondidas bajo la apariencia de seres humanos.

En un segundo, valoró la situación: Su prioridad era mantener a salvo, a sus amigos primero, a si mismo después, y finalmente al resto de alumnos humanos. Para ello, debía descubrír quién era quién en aquella sala.

Mientras iba caminando hacia su asiento mantuvo su cabeza baja y activó sus sentidos vampíricos: sus oidos y sus ojos se volvieron más sensibles. Sus oidos comprobaron la respiración y el latir de sus corazones; sus ojos vieron mas alla del espectro visible, comprobando de un vistazo su temperatura corporal.

En aquella sala había cuarenta asientos, repartidos en cuatro filas de a diez. Sus amigos habían cogido tres sitios, guardando para él el del centro, en la primera fila, a partir del cuarto asiento empezando por la izquierda. Con sus sentidos, detectó a un grupo de semihumanos en los cuatro asientos del fondo a la izquierda, como si fuesen una manada. Su calor corporal elevado los confirmó como licántropos.

En el centro de la sala, en la segunda y tercera fila, justo detras de ellos, habían otros dos más. pero no logró identificar su tipo.

Por último, en el centro a la derecha, rodeado por un grupo de humanos, había una chica semihumana, totalmente sola. Aquello sorprendió a Brian. Los semihumanos nunca iban solos a ninguna parte, a menos que buscasen la muerte. ¿Quién demonios era esa chica?

Acababa de llegar a su asiento cuando llegó el profesor al cargo de clase. Alexander Strauss era un hombre joven, de entre veinticinco y treinta años. Rubio, de mediana estatura, ojos azules y mirada resuelta, llenaba el resto del espacio con su presencia, y su sonrisa animó a todo el mundo.

- Buenos dias alumnos, bienvenidos a un nuevo curso en este centro. Ya estais en la secundaria, así que espero que os comporteis como tales.

Que todos los presentes, incluyendo a los semihumanos, contestaran a coro y de forma educada, dejó a Brian totalmente confundido. Los semihumanos son espíritus libres, no obedecen a nadie ni siguen reglas, y ahora mismo vió como un grupo relativamente grande de ellos se mostraba abierto y colaborador. Debían estar controlándose muy bien.

- Antes de ir al ensayo del coro del colegio, me gustaría presentaros a unos nuevos amigos que se nos han unido hoy. Brian, Jackie, Stefany, por favor, veníd al pizarrón.

Al instante que pronunció aquellas palabras, todo el cuerpo de Brian se sintió ansioso por obedecer. Si le hubiese pedido que fuese desnudo, probablemente se habría desgarrado la ropa. Y por las caras de sus amigos, ellos habrían hecho exactamente lo mismo. Llegaron hasta el frente de la clase, y se volvieron a su público.

Mientras se presentaban, Brian aprovechó para mirar a sus compañeros. A simple vista, todos parecían humanos, salvo los que no lo eran, a quienes pudo identificar fijándose en ciertos rascos y tics que demostraban cada uno de ellos: los ojos que cambiaban de color cada cierto rato, la forma de las orejas, y una vez le pareció ver a la chica solitaria relamerse con una lengua extrañamente vífida.

Una vez que se presentaron, Alexander los guió fuera del aula hasta un recinto grande y espacioso, donde se juntaron en filas para una foto escolar. Al terminar, la chica solitaria se acercó al grupo para saludarlos, pero tropezó a medio camino con la grán falda que llevaba a juego con su grueso jersey añil. Jackie la agarró al vuelo.

- Ten cuidado, que te vas a estampar contra el suelo.

La chica solitaria se rió como una tonta y lo miró a los ojos.

- Uy, que torpe soy. Menos mal que tengo a un caballero de brillante armadura para recogerme al vuelo. Soy Britani.

La cara de Jackie empezó a cambiar de color y sus ojos se empezaron a poner vidriosos. Brian no sabia que estaba pasando.

Hasta que se fijó mejor en Britani, y se dió cuenta de que la falda larga que llevaba no cubría unas piernas, sino una grán forma cubierta de escamas.

Brian dió un paso al frente, rompiendo la linea de visión entre Britani y Jackie, y dijo:

- Encantado de conocerte Britani. Yo soy Brian, el es Jackie, y ella es su novia Stefany.

La sonrisa de Britani se volvió más pronunciada, y vaciló un poco al mirar a Stefany, pero solo Brian pareció darse cuenta del cambio.

En ese momento sonó el timbre del recreo, y Jackie pareció salir del trance.

- Ya nos veremos por alli - Dijo Britani, alejandose de ellos hacia un grupo de chicos que los miraba con mala cara.

Brian arrastró a Jackie y a Stefany lejos de allí, hasta unos arboles en medio del patio. Comprobó que nadie podía oirles y les dijo:

- Chicos, estamos en un problema. La clase está llena hasta arriba de semihumanos.

Ante las caras de consternación de sus amigos, Brian les contó lo que sabía. A Jackie saber que Britani era una de ellos le dejó consternado.

- ¿Como es posible que una chica tan gua... quiero decir, tan encantadora, sea una de ellos?

Ante la mirada de desaprovación de Stefany, Brian contestó:

- No te ha parecido encantadora tio, era una Lamia, por eso va con ropa de abrigo y lleva una falda tan larga. Las lamias son de sangre fria y sus capacidades hipnóticas no funcionan con las mujeres, por eso no pueden ir mostrando su cola en un colegio mixto.

Stefany preguntó algo que a Brian le llevaba un rato molestando:

- Si son semihumanos, ¿no deberían ser mas agresivos? me han parecido todos muy civilizados.

- Yo también me siento confundido al respecto. Creo que es cosa del profesor. ¿No habeis notado algo raro en él?

Pero sus amigos negaron con la cabeza.

- A mi me ha parecido un profesor muy simpatico, eso es todo. - Respondió Jackie.

Brian estaba a punto de replicar cuando la campana que marcaba el final del recreo sonó en la distancia. Fué entonces cuando se precató de lo mucho que se habían alejado. Ya no quedaba nadie en las proximidades.

- Volvamos a clase. - Dijo Brian, pensando que mejor sería andar con mucho ojo y tener cuidado con el profesor Alexander.


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